viernes, 19 de marzo de 2010

La Torre de Babel ayer, hoy y siempre

Cuenta la historia, según se narra en el capítulo 11 del Génesis de la Biblia, que después del diluvio todos los hombres del mundo, que hasta ese momento hablaban una misma lengua, pretendieron construir una torre para alcanzar el cielo y evitar así estar dispersos en la Tierra. Mientras tanto, Yahveh, para destruir el éxito de la edificación y debilitar a este gran grupo de pobladores -que se volverían imparables en el logro de sus objetivos si alcanzaban su cometido-, hizo que los constructores comenzasen a hablar diferentes lenguas. Así comenzó a reinar entre ellos la confusión y el caos -al no poder comunicarse ni entenderse- y se dispersaron. A esta Torre la llamaron Babel o Babilonia.

Mito o realidad, lo cierto es que nadie puede negar la fuerza de la comunicación y el entendimiento. Nadie puede negar la importancia del intercambio de ideas entre aquellos que pretenden alcanzar sus objetivos -algún objetivo, cualquier objetivo-. Nadie puede negar tampoco lo vapuleada que está la comunicación hoy en día y el conflicto -y estrés- que genera "ponerse de acuerdo".

Hoy ni siquiera dentro de cada país se habla un mismo idioma. Hoy cada individuo construye solo y egoístamente su propio lenguaje y le da al existente el significado que más le gusta y le conviene (-porque "prohibido estacionar", "no tirar basura en la vía pública" y "apagar el celular al inicio de una película en el cine" no significan lo mismo para todos-). Hoy el individualismo destruye la comunicación y la falta de comunicación destruye al hombre. La mayoría de los mortales se vuelven débiles y sin esperanzas ni sueños. Otros -aquellos pocos que se aprovechan del poder circunstancial que los rodea- se vuelven más fuertes y avasalladores (alcanzando el máximo en la Escala de Richter).

Lo cierto es que cada uno tira de la cuerda en dirección opuesta a la de los demás tratando de imponer sobre el resto su camino, su objetivo, su felicidad. Me pregunto ¿en qué momento perdimos el hilo conductor que nos lleva a todos a escribir la misma historia? ¿en qué momento nos dejamos amedrentar por la vorágine de la realidad que nos golpea hasta dejarnos sin aliento? ¿en qué momento decidimos perder la batalla del respeto y de la cordura?

¿Por qué si comprendemos el lenguaje de las miradas, los ademanes y señas nos cuesta tanto comprender el lenguaje de las palabras? ¿Por qué nos convertimos en grabadoras que reproducen voces sin almas?

De pronto nos vimos jugando un juego peligroso con reglas impuestas que no todos quisieron jugar. La realidad se tornó sucia y escabrosa. Es difícil distinguir lo que sirve y lo que no. Es difícil escapar de esta gran bazofia que nos acorrala en cada esquina. Es difícil descubrir el sentimiento que esconde cada palabra y es difícil encontrar sinceridad en una mirada.

Hoy reinan la confusión y el caos -no sólo en Babel sino en todo el mundo-. Hoy reinan la violencia y la agresión. Hoy reinan el egoísmo y el narcisismo. Hoy se hace cada vez más complicado comunicarse -en cualquiera de sus formas- con todos los que nos rodean.

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Nota: Qué gran película "Babel" de González Iñárritu. Una verdadera obra maestra.

sábado, 13 de marzo de 2010

Triage

Proveniente del francés pero también utilizado por los hablantes en inglés "triage" (y su traducción como "triaje" en español), no es solamente el nombre de la nueva peli de Colin Farrell sino también el término que hace referencia a un método de la medicina de emergencias y desastres para la selección y clasificación de los pacientes basándose en las prioridades de atención privilegiando la posibilidad de supervivencia, de acuerdo a las necesidades terapéuticas y los recursos disponibles.

Este vocablo era totalmente ajeno a mi conocimiento hasta que vi la película. Película que me gustó. No es brillante o algo de otro mundo, pero cuenta, de manera interesante y con imágenes muy crudas, cómo es la vida de aquellos que viven una guerra aunque sean ajenos a ella. En fin, cuando terminó la peli no pude evitar ponerme en el lugar de aquellos que atraviesan un momento semejante. De los que se van, en las situaciones más desoladoras y, sobre todo, de los que se quedan, esperando inútilmente, en la cruenta realidad. ¿Cuántas historias habrán quedado -y seguirán quedando- inconclusas por no haber apretado el gatillo un segundo antes que el enemigo -quizás sin siquiera saber por qué son enemigos-? ¿Cuántos sueños se desvanecieron antes de hacerse realidad? ¿Cuántas sonrisas fueron eclipsadas por detonaciones sorpresivas? ¿Cuántas lágrimas derramadas sobre recuerdos -impedidas de volcarse sobre cuerpos-? ¿Cuánto odio y dolor generados detrás de un mostrador siempre persiguiendo ventajas económicas? ¿Cuántas vidas partidas por la mitad?

Volviendo al vocablo que nos convoca, éste alude a priorizar el compromiso vital y las posibles complicaciones, tratando de evitar la atención del paciente que empeoraría su pronóstico por la demora en su atención. Así, en situaciones de demanda masiva -como es el caso de una guerra- se privilegia a la víctima con mayores posibilidades de supervivencia. ¿Qué hacen con aquellas que viven porque respiran pero sin esperanza de recuperación? Se las provee de la medicina más económica: un balazo en el corazón. ¿Se puede juzgar a las personas encargadas de esta vil tarea que simplemente alivian el dolor eterno e insoportable de aquella causa perdida? A mi juicio, no. Ya tuvieron demasiadas despedidas y vieron demasiadas miradas por última vez como para encima apuntarles -esta vez- con el dedo. Ellos tampoco pueden dormir de noche ni soñar de día. El triage es un sistema duro, pero insoportablemente necesario.

La guerra es un invento cruel, jugado por inocentes valientes y planeado por ignorantes cobardes.

martes, 9 de marzo de 2010

El día de hoy

Hay días y días. Días en que la sonrisa no se borra ni un segundo del rostro y todo se ve a través del vidrio color rosa. Días grises y apesadumbrados que transcurren contra reloj demorando la muerte de cada segundo. No sé si el día de hoy fue tan trágico para mi, pero debo decir que me alegro de que esté llegando a su fin. Supongo que es el cúmulo de negativas lo que hoy me hizo explotar en ideas y pensamientos encerrados, oscuros, perdidos. Supongo que estoy harta de que todo cueste el doble en este país de mierda (literal y figuradamente), donde ni siquiera estudiar y perfeccionarse es posible. Todo está reducido a los grupos "conectados" con alguna forma de poder. ¿Hay que acostumbrarse y resignarse con lo que a cada uno le toca? ¿Es posible librar una batalla contra un sistema consolidado y apoyado por muchos? Son muchas preguntas sin respuestas .. al menos sin respuestas positivas. Es tan indignante ver cómo la suerte toca otras puertas una y otra vez.

A su vez me pregunto ¿qué haría yo si estuviera en una situación de beneficiada? ¿La aprovecharía libremente o pesarían más los escrúpulos de los desprotegidos? ¿Quién es el responsable de este sistema mediocre e injusto? Mejor aún ¿cómo hacer para cambiarlo?

Hoy no tengo respuestas. Siento que mis pensamientos se chocan unos a otros tratando de encontrar la salida de este laberinto, pero no logro parecerme a Houdini. Quizás mañana cuando me levante me ría de esta eternidad estática que estoy sintiendo y me de cuenta que hay cosas más graves en la vida. Quizás siga pensando igual. No sé. Hay días y días.