domingo, 12 de diciembre de 2010

Sin nada

¿Qué se necesita para alcanzar la felicidad? ¿Cómo es posible pasar de la alegría plena a sentir pinchazos en el corazón y lágrimas en los ojos? Reírse a carcajadas durante horas ¿es ser feliz? Qué difícil es darse cuenta que la realidad que nos rodea no es la que deseamos. Qué difícil es comprender que vivimos en una mentira, y sobre todo, es difícil entender que fuimos nosotros mismos quienes la construimos. Porque funcionó por un tiempo, porque creímos que íbamos a poder sostenerla en el tiempo, porque añoramos convertirla en nuestra verdad. Qué difícil es sentir que la felicidad ya no depende de uno, sino de aquella persona que te mira sin ver. Qué difícil es no tener dónde escapar cuando lo único que necesitamos es correr lejos, sin voltear hacia atrás. ¿Por qué somos constantemente víctimas de juegos viles donde quien hace trampa es el único ganador? ¿Por qué a veces pensar en positivo no es suficiente? ¿Por qué hay tantos porqués que no reciben respuestas?


Y un buen día solemos levantarnos y nuestros pulmones se hacen gigantes y sentimos una brisa de placer. Caminamos sonrientes, dando pasos firmes e iluminando nuestro alrededor. De pronto, el camino que seguimos se convierte en un laberinto sin flechas apuntando la salida. ¿Será que nosotros lo convertimos en laberinto? ¿Será que la razón no siempre le gana la pulseada al corazón? ¿Será que no sabemos escuchar las razones del alma? Y en ese momento, perdidos como estamos, caemos derrotados por nosotros mismos (que nadie diga que no se le avisó). ¿Por qué no podemos esquivar la tristeza? ¿Por qué la angustia viaja en lanza directamente hacia el centro de nuestro equilibrio? ¿Por qué no podemos olvidar el dolor?


Proporcionarte tu propia felicidad es sabio. Pero ¿y si tu felicidad depende de la infelicidad de un tercero? ¿Y si para ser feliz lastimás, a sabiendas, el alma de otra persona? ¿Se puede ser feliz sin daños a terceros? Y si tu alma es la que se rompe, ¿cuánto tarda en sanar? Y si vos, a sabiendas también, dejaste que te lastimen, ¿se le puede reprochar a esa persona el dolor que te causó?


Y hay motivos para sonreír de sobra por doquier, pero ese sólo basta para sentir que el corazón se hunde en el fondo del pecho sin dejarte respirar. Ni una gota de aire. Ni una gota de sueños. Ni una gota de esperanza. Y sin esperanza, no queda nada.


Hoy siento una tristeza tan grande en todo el cuerpo, un dolor tan inmenso, una angustia tan invasiva, que siento que nada tiene sentido.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Momentos viejos

Loca, locura, loquita,
que viva la vida que siempre está de fiesta.
(Que viva la ola también, que siempre estará de fiesta).

Anteojos de mañana,
ocultando el rímel de la noche anterior.

Bostezos y suspiros,
cadenas rotas que nunca miran hacia atrás.

Amargo, sabor amargo de la dulce
y eterna miel.

Mensajes enviados, adivinanzas no adivinadas.
Recuerdo todo, sin recordar nada.

Horas que no se cuentan,
minutos a contramano que se pierden en el camino,
segundos felices de una vida vivida de momentos eternos.

[Lástima que estos momentos se desvanecieron ayer].