martes, 27 de julio de 2010

Into the wild

¿Alguna vez viste una película que te partió la cabeza?

A mi me pasó dos veces. Primero con Eternal Sunshine of the Spotless Mind y ahora con Into the Wild. La primera fue una revolución de mi yo interno. Comencé a comprenderme mejor a partir de esa película. No sé por qué, pero fue así. Me liberé de ciertos prejuicios y dejé volar mi imaginación hacia lugares antes impensados. Comprendí la enormidad de la mente. Comprendí dónde reside la verdadera libertad.

Esta vez fue distinto. Se revolucionó mi yo interno y su relación con los demás, con el mundo externo, con lo que me rodea. Comprendí que cada uno es artífice de su propio destino (realmente lo comprendí) y que cada uno debe buscarse y proveerse su propia felicidad. Entendí la soledad, no como un ser aislado en el mundo, sino como un ser completo en el mundo, capaz de convivir consigo mismo sin inconvenientes y de interactuar con los otros. Interactuar no es intercambio de palabras. Interactuar es nutrirse de los que están alrededor de uno y nutrirlos a ellos con lo que está adentro nuestro. La soledad es poder abstraerse aún estando rodeados de miles de personas, y disfrutar de esa abstracción. La soledad es un poco egoísta. Debemos ser un poco egoístas. O egoístas a secas (la cantidad queda librada a cada sujeto). Into the Wild me dio ganas de avanzar, de moverme hacia adelante (que no es lo mismo que moverse). Fue una inyección de esa esperanza un tanto utópica que tiene otro tanto de real y que lleva a tomar las riendas de tu vida, a tomar iniciativas, a convertir los planes, proyectos y objetivos en acciones materiales y concretas. Simplemente es una película que, vista en el momento justo, te puede cambiar la vida. =)

sábado, 24 de julio de 2010

Inconformismo crónico

Hoy sólo pretendo compartir algunas ideas sueltas que dan vueltas en mi cabeza desde hace un tiempo.

¿Por qué los seres humanos somos tan difíciles de conformar? ¿Por qué hemos adoptado como parte de nuestra rutina el quejarnos de todo lo que nos rodea? ¿Por qué no podemos ser felices con lo que está a nuestro alcance, y por el contrario, siempre queremos lo que no podemos alcanzar?
No hablo de lo material. Lo material va y viene. Hoy está, mañana no, pasado ¿quién sabe? [¿quizás porque soy una afortunada que tiene cubiertas las necesidades básicas?]. Me refiero a esas circunstancias que llenan el alma, que te hacen sentir vivo, que te hacen feliz. Un trabajo, un hobby, un pasatiempo, un libro, un cd, una buena charla, un viaje.

¿Será que la vida es una línea recta dispuesta a elevarse por momentos para entender que esa circunstancia extraordinaria que nos hace bien es pasajera? ¿Será que no somos capaces de encontrar esa condición de extraordinaria en cada uno de los momentos que nos toca vivir cuando en realidad dicha condición se encuentra escondida ahí? ¿Será que forma parte de la naturaleza humana el quejarse constantemente de la vida y cuando nos pasa algo extraordinario inmediatamente nos acostumbramos y lo convertimos en ordinario sólo para tener algo de qué quejarse? (sólo para seguir cumpliendo con nuestro destino, para seguir la brújula que nos guía).

Cuántas dudas. Cuántas preguntas. Cuántas ganas de salir corriendo en búsqueda de esa felicidad plena que conocí, que quiero para mi, que yo misma me impido encontrar [¿temor a qué, miedo de qué?].

Tantos sinsentidos vienen y van. Se cruzan, chocan, se burlan de ellos mismos. Hoy quiero lo que tuve hace una semana, aunque hace una semana no sabía lo quería. ¿Si tengo por un tiempo considerable lo que tuve hace una semana, seguirá siendo extraordinario y deseado por mi? ¿Por qué constantemente siento esa sensación de estar incompleta, de vacío, de que falta algo? ¿Soy yo o esto le pasa además a otra gente? ¿Por qué mi cuerpo vive en una realidad -la fingida, la pre-dispuesta, la aburrida- y mi mente está permanentemente volando en una realidad paralela -la real, la completa, la feliz-?

De nuevo, ¿soy yo solamente?